Ahora,
en mi lecho de muerte,
pienso en ella,
la dulce y hermosa niña,
joven pensante,
de cabellos hermosos
y de ojos profundos,
la hermosura en carne.
Cuando,
desafiando a la mente,
escribía los versos
que la enamorarían,
pensaba en su bello rostro,
hermoso,
de mejillas rosadas,
en fin,
en ella.
Un día increíble,
jugando a mirarme con ella,
nos correspondimos
en miradas profundas,
significantes,
cargadas de amor puro.
Aquella noche
no dormí pensando en ella:
fue un tormento
y a la vez un paraíso,
fue hermoso
pero torturador.
Pasé la noche escribiendo,
deslizando la pluma
como si mi corazón
le dictara.
(aunque en cierto modo
así era)
El amor
es tormento y alegría,
felicidad y tristeza.
(aunque la tristeza se queda
más marcada en el corazón)
Amar es sufrir,
llorar,
alegría,
espinas en el corazón,
marcas en la frente,
cicatrices,
cartas,
secretos,
escribir
y sobre todo
volverse loco.