Afligido por el paisaje
Oh, dulce y bella dama,
no me has abierto tu corazón.
El mío, abierto está para ti.
Yo soy tu sangre
que roja fluye por entre las venas.
Soy un campesino
humilde y sencillo.
Mi señora,
la tentación me llama a besarte,
a quererte,
a amarte como un loco,
pues soy persona.
Al verte, quiero besarte;
al quererte, me encantaría
estar contigo a solas.
Al anochecer, pienso en ti,
queriendo no cerrar nunca los ojos.
Eres lo más bello
de mi ardua vida,
aferrada en pensamiento a ti.
Simplemente
debo decir que te amo.
He aquí mi escrito:
morir por ti
no es causa perdida,
aunque muera dolorosamente,
oh, bella dama que llevas el amor encarnado...
¡Te amo!